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capas

El tiempo se ha detenido


Un cuerpo cae


Invisible en la ruidosa marabunta, se estampa en las baldosas sueltas salpicadas de papeles, volantes, gomas de mascar.
Desde las alturas, es
apenas
una mancha borrosa impregnada a la calzada
una silueta amorfa y latente
reflejada en las vidrieras
e inmortalizada
para siempre
en la pantalla de un celular
anónimo
La cara
de a poco
se hunde en el asfalto
La textura de la brea se le impregna en las encías
Los alaridos de la ciudad aullante de pronto suenan
a bandoneón.
Una carreta le roza el brazo
la campana del tranvía le retumba entre las piernas.
Una mezcla de olor a puerto y querosene
lo acercan a las profundidades


En la plaza hay fiesta
y revolución.


(Es de noche y el cuerpo se derrama hacia los cimientos de los inicios de una historia sin final)


Ahora se escucha solo el sonido
de la brisa que brisea
las polleras largas que fru fru
las voces multicolores y melancólicas
-a la vez-
de los recién llegados que nunca volverán
pero cantan otros paisajes
sueñan en otros dialectos
recuerdan lo que es el frío
entre mates y un vermú


El cuerpo se deshace
se mezcla con la greda
se confunde con esa dispersión de geografías
tradiciones, viejos mundos, mestizajes y lunfardos
que coinciden en la plaza sin nombre
en esta ciudad que es puerto
que también es campo
es sur
es puerta lejana a todo lo que tiene esperanza de abundancia, trabajo
símbolos de algo propio compartido


(la ciudad es también silencio
un vacío tapado con arena, cal
y tiempo)


El cuerpo se escurre hasta el río subterráneo
recorre ranchos, huertas, quintas y una mansión
humedece los cimientos del nuevo cabildo y las del viejo monasterio
que ya dejó los hábitos y derrama la sangre de un patriota
en el tapizado rojo
en la sala grande
frente al aljibe
del que un negro saca agua
y otro esconde un puñal


El patio de ladrillos tiene todos los olores de las ciudades que comienzan
barro, madera, bosta
ajíes, mazorca y carbón
tiene gusto a yerba mate
a marineros y sudestada
a casco de caballos
a lágrimas, sudor y sangre
de los esclavos del único dios


el cuerpo hundido flota
se embarra, se escurre, se pierde
en las grietas, los agujeros, los intersticios
entre el tic
y el tac
de un reloj sin cuerda
del tiempo detenido y puesto tras las rejas
del relato de la historia de la gente de las instituciones del país
perdido y detenido
que no se mueve porque cree
que ha dejado de existir
el río
arrulla el presente
también suspendido
mientras el cuerpo
se hunde
también detenido
en el barro en la bosta en el maíz la greda el agua
y todas las profundidades
capa tras capa
ciudad vaciada
ciudad perdida
no hay salida
un cuerpo


cae


el tiempo


se ha


detenido.

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