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Mostrando entradas de julio, 2015

Elemental

Era de noche aún, y ella levitaba sobre el pasto mojado. Se sentía fuerte, potente, pero contenida. Cuando los primeros rayos del sol le tocaron la piel abrió los ojos, la boca, las fosas, los oídos. Tensó los músculos, erizó lo pelos, expandió el pecho, los poros, las pupilas. Con fuerza expansiva se abrió al mundo y dejó que la habitara. Sin pensarlo, se convirtió en onda y recorrió distancias luminosas en un movimiento rápido y excitado. Contra tantas maravillas se frotó con la intención de penetrarlas, que de pronto se convirtió en llamarada, una fuerza ígnea que consumió todo lo que la rodeaba hasta que solo quedaron cenizas. Toda ella se redujo a un ovillo de brasas incandescentes. Latió hasta enfriarse y transformarse en lago. Replegó cada partícula de su líquida existencia hasta un hueco hondo y agrietado. La libertad área la había consumido hasta casi destruirla. Habitó sus oscuridades frías y acuáticas durante mucho tiempo y en silencio. Tanto se acostumbró a adapt

Sintestesias

Me dijiste chau con la mano como si fuéramos a volver a vernos. Sonreías primaveral y me mirabas en sol mayor. Los pies, sin embargo, se te clavaron al andén con indecisión. Pensé en irme así nomás, dándole la espalda a esa fotografía metálica que me ofrecías de souvenir. En cambio, me acerqué lo más atardecer que pude y entrelacé mis dedos con los tuyos, tan silenciosos. Me detuve un instante. La sonrisa siguió intacta, pero se te puso azul (casi gris) cuando te besé la mejilla izquierda. Los hoyuelos se te diluyeron con aroma a niebla y la mirada te brilló salada. Sentí tu aliento derretirse en escala descendente. La piel de la nuca tembló en bemol. Cuando despegué los labios de tu cuello, te escuché parpadear púrpura aterciopelado. Olías a susurro. Te di un beso naranja. Me fui sin mirar atrás.