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Mostrando entradas de 2013

Las capitales

¿Pueblos grandes o ciudades chicas? Las "capitales" de la República de Irlanda (Dublin, Cork, Galway) tienen un denominador común: es muy difícil describirlas. Todas se parecen, pero también tiene un "no sé qué" que las hace especiales. De Galway me esperaba un pueblo pesquero y me sorprendió una señora ciudad, llena de movimiento, música y color. A Dublin me la imaginaba ruidosa e indiferente como suelen ser las capitales, pero me descolocó con su aire de familiaridad y de "acá todos nos conocemos". La jovial y cosmopolita ciudad universitaria de Galway me hostigó con lluvia y vientos arremolinados, y me hizo sentir una extranjera. Dublin, en cambio, me abrazó de buenas a primeras, con cielos azules; y, más tarde, cuando ya nos conocíamos, se animó a acariciarme con gotitas que no mojan y nubes grises que no entristecen. Dublin me abrió sus puertas de colores, me regaló sus rinconcitos verdes custodiados por poetas poco serios, y me dejó conocerla en l

Crónica de un encuentro

Me levanto tempranísimo en una habitación mixta donde duermen seis personas, en el único hostel en el inhóspito pero adorable Doolin. Desayuno en silencio. Armo la mochila a oscuras. A las ocho menos cinco de la mañana salgo afuera. El cielo es gris, el verde más verde, y aunque el día es día desde hace varias horas, el silencio todavía huele a madrugada. Llego a la intersección donde el camino se cruza con la ruta y me detengo a esperar el colectivo local hacia el único destino planificado de mi viaje. La quietud de la espera la interrumpe una camioneta que aparece desde atrás de una curva. Cuando pasa adelante mío disminuye la velocidad y, en irlandés, el conductor me pregunta: - Waiting for the bus, love? - Yes, the 8 am bus-, le digo. - Ok, I'll be here in 15 minutes-, me responde el conductor de la camioneta que, según parece, también es el conductor del colectivo que espero. Efectivamente, quince minutos después, un bus anunciado a Limerick se detiene delante mío; su c

De poetas y borrachos

Los irlandeses,  con sus borracheras alegres  y su música de fiesta, con esas tardes lluviosas y cielos grises,  con ese acento particular y generoso,  saben muy bien que el dinero no compra la felicidad; p ero si alcanza para invitar una cerveza a los amigos y  -por qué no-  a los desconocidos que sonríen,  entonces... entonces, bienvenido sea.

Nostálgicas alegrías

Irlanda es como su música: alegre y nostálgica, poderosa y sufrida. Se te mete en el cuerpo a fuerza de ritmo y perseverancia y, sin prisa pero sin pausa, se te mezcla con la sangre que circula por tus venas, te recorre las fibras y cuando te querés acordar, estás bailando en el centro de la pista con una Guinness en la mano y el corazón alterado de alegría latiéndote en el pecho. Irlanda tiene ese no sé qué que tienen los lugares sencillos, de gentes sin grandes pretensiones pero trabajadoras y dignas, que le ponen el pecho a la adversidad y saben reírse a pesar de todo.  Un sol radiante reflejado en el Liffey me dio la bienvenida a esa tierra de cielos vastos y valles atrebolados, donde las huellas del Hombre apenas superan las  cinco plantas y se borran cada mañana con los vientos del Atlántico.  Como su música, Irlanda te conquista por su espíritu, por su ritmo, por su generosidad. Te invita, como para nosotros lo hace el mate, a compartir, a escuchar y a disfrutar de las cosas sim

El gusto de viajar

Los viajes no pueden capturarse en imágenes.  Con suerte, una buena selección de fotos podrá transmitir algo de la energía de los paisajes y los escenarios, de la luz en esa particular tarde de sol en la bahía de Dingle, o de esa mañana alucinante en los Acantilados de Moher, o de esa noche calurosa en los puentes de Edinburgo... Pero ninguna foto podrá jamás decir nada de los olores del viento soplando desde el Atlántico, o de esa catarata escondida en los bosques de Killarney o del aire portuario de Dublin que no sentís al llegar, pero extrañás cuando ya te fuiste. Tampoco permiten saborear esa primera Guinness en el pub más irlandés de Cork, ni el salmón de ese rinconcito japonés del Soho, o esa sopa calentita que me tomé en Galway después de caminar sin rumbo bajo la lluvia.

Puertas

Ni Londres, ni Dublin, ni Dingle ni Belfast serían lo que son si no fuera por esas puertas de colores, truco fácil y eficaz, para seducir a cualquiera. Nadie sabe el verdadero motivo; las leyendas incluyen remedios pigmentados contra la depresión o contra la infidelidad.  Dicen que después de una noche de Guinness el borracho podría confundirse de esposa, pero nunca podría confundirse de puerta.

Postal urbana

Vivo en una ciudad ruidosa, desordenada, taciturna. Una ciudad con demasiada gente, demasiados taxis, demasiada bronca. Una ciudad que ostenta sus contrastes y sus miserias; que reproduce la geografía de la desigualdad con un ecuador que acá se llama Rivadavia. Vivo en una ciudad de baldosas flojas, de caras tristes mirando el suelo y ojos que miran pero no ven, porque siempre están yendo a otro lado. Una ciudad-grito que implosiona cuando quiere explotar, que amenaza con escupir cemento y convertirnos a todos en lo que ya somos: seres sombríos, cansados, indiferentes; indignados que se acostumbraron a la rutina y refunfuñan por lo bajo, con la cabeza gacha y arrastrando los pies. Vivo en una ciudad alienada y alienante; la oficina de los burócratas, la meca de los desposeídos, el refugio de los bohemios. La decepción de todos los que vinieron en busca de oportunidades, amor, aventuras; y se quedaron, a pesar de reincidir en el desencanto, porque una ciudad así te convence de q

Postal urbana II

V ivimos entre gigantes de cemento; Respiramos nubes de aire empetrolado; Caminamos por el suelo pero jamás pisamos la tierra. Las luces de noche,  y la indiferencia de día, ya no nos dejan ver el cielo. Y casi nunca nos miramos a los ojos.

Elecciones II

Requiere el mismo coraje radicarse en una tierra ajena y lejana, adaptarse a una realidad esencialmente distinta, como no asentarse nunca en ninguna parte y rehusarle a lo cotidiano. Quienes optan por lo primero se establecen sin abandonar nunca esa cualidad de extranjero que les recuerda que todo lo que es puede ser de otra manera. Los nómades, en cambio, le escapan a lo conocido, a lo familiar, a las rutinas para embarcarse en una búsqueda para encontrarse a sí mismos en las miradas de los otros, en todo aquello que no son. Y después, están todos los demás.

Viajes

Los pies recorriendo el camino el corazón latiendo al ritmo de los pies; el camino, el que es y, por lo tanto, el que tiene que ser; el cuerpo y el espíritu en el mismo lugar, en el mismo tiempo. Viajar es nada más y nada menos que una manera de vivir. De vivir moviéndose. De vivir viviendo.

Inspiraciones III

"Un guerrero, en cambio, es un cazador. Todo lo calcula. Eso es control. Pero una vez terminados sus cálculos, actúa. Se deja ir. Eso es abandono. Un guerrero no es una hoja a merced del viento. Nadie lo empuja; nadie lo obliga a hacer cosas en contra de sí mismo o de lo que juzgue correcto. Un guerrero está entonado para sobrevivir, y sobrevive del mejor modo posible." (...) - Ya sé, ya sé -dijo Don Juan con paciencia-. Lograr el ánimo de un guerrero no es una cosa sencilla. Es una revolución. Considerar iguales al puma y a las ratas de agua y a nuestros semejantes es un acto magnífico del espíritu del guerrero. Se necesita poder para llevarlo a cabo. (De C. Castaneda, Viaje a Ixtlán )

Reflexiones

It doesn't happen very often, but when it does, you become immortal. Love is not a Hollywood romance. It is the ultimate expression of respect: for oneself, for others, for life and nature, for the present. Love is the ability to see inner beauty in another being, to encourage its potential to be unleashed, its light to become brighter. To love is to acknowledge death and choosing life. Love is intimate. Those who have really loved, know that intimacy has nothing to do with taking the clothes off or confessing secrets. Intimacy is born out of the will to expect nothing from the other person; it grows in conversation, feeds out of silence, strenghtens in sharing, and sometimes fades away... but it never ceases to exist. Those that have experienced love know for a fact that it cannot die. Love changes you forever. And all that has the power to change has the power to last.

Los cuerpos pixelados

Se acortan los tiempos pero se agrandan las distancias. Se inmediatizan las respuestas, pero también las cancelaciones, los arrepentimientos, las promesas rotas. Proliferan los "después te confirmo", "más tarde te aviso", "al final no voy", los "no me esperes" dichos con un mail que leés al otro día, por un sms que suena cuando ya bajaste del bondi o un llamado al que siempre (siempre) le sobran excusas. Se liberan las palabras pero se esconden los cuerpos. Ya no hay hojas con manchas de tinta a causa de una lágrima derramada después de escribir un último  te extraño , ni tachones rabiosos de una mano envalentonada por un corazón despechado, ni trazos temblorosos y arrugados de quien escribe después de muchos años, preocupado por que la noche le llegue de pronto, sin haber antes confesado esa pequeña estafa que cometió cuando todavía era joven. La emoción de un sobre blanco, repleto de estampillas y un poco sucio por el trajín de un cruce en b

Contradicciones

Aunque me duela aunque no pueda aunque te extrañe aunque te quiera abrazo el silencio la distancia no leerte que me falte verde la ciudad vacía el corazón quebrado el deseo ronco verme pálida sentirme sola escuchar tu canción esa que repite la historia la nuestra una época una era una vida ¿un suspiro? un antes un después. Acepto no porque quiera sino porque quiero seguir queriéndote aunque ya                                   no

Instrucciones para aprender a morir

1. Respire hondo, bien hondo. 2. Atrévase (no tenga miedo) a explorar los estados del alma, cuando ocurren, cuando mutan, cuando exigen atención y cuando no. Respételos: son usted. 3. Repita tres veces seguidas, con las manos tapándose la cara, la cabeza gacha, la voz quebrada: "pronto voy a morir, algún día voy a morir!". Angústiese dramáticamente, porque es verdad. 4. A continuación, séquese las lágrimas (si tiene lágrimas significa que lo está haciendo muy bien), suénese la nariz con un pañuelo a lunares y sacuda la cabeza de un lado al otro con resignación. Con los ojos bien abiertos y el corazón acelerado, aférrese a esa repentina conciencia de estar vivo que deviene, necesariamente, de hacer correctamente el punto anterior. 5. Respire hondo, otra vez. 6. Ahora, sonría. Llame a un amigo. Pise el césped. Encuentre formas en las nubes. Ríase hasta que duela. Equivóquese mucho. Haga el amor. Relea su libro favorito. Huela la cabeza de un bebé. Escuche a un ancia

Elecciones

Considere esta posibilidad: todas las mañanas usted elije vivir sobre este mundo. Hasta que no apoya los dos pies en el piso de su habitación, usted yace horizontalmente a sesenta centímetros del suelo y habita una realidad paralela (paralela al suelo) que sólo después podrá elegir creer si fue, o no, soñada. Se despierta y suena la alarma. Despega los párpados, se acostumbra a la luz, gira sobre un lado, suspira despacito, tiene una visión del día que le espera: la tostada que se quema, el colectivo que no llega, la entrega del informe, el saludo de su socio, ese llamado cuando quede solo, el sabor de un vino decente, el gusto de una boca indecente... Escucha al gato bajar a ese otro mundo y cruzar la puerta de su habitación, y también escucha el motor de la heladera que se enciende justo cuando usted recuerda que dejó la ropa afuera en una noche de tormenta. Estira el brazo, calcula los minutos, todavía no ha decidido, todavía puede elegir en qué mundo quedarse -pero no lo sabe

Hechos

Las cosas no pasan porque sí.  O hacemos que sucedan o                                           dejamos que nos ocurran. Yo quiero ser  de las que hacen                           que las cosas ocurran  dejando  que sucedan.

Cosas que me gustan

los domingos de mañana. los atardeceres en otoño. las madrugadas de verano. respirar hondo. empezar un libro. reírme a carcajadas. pisar el pasto, descalza. soñar sueños raros y acordármelos. leer las metáforas de forma literal. los abrazos. los olores que me transportan en el espacio y en el tiempo. recibir cartas por correo, en sobre blanco, con estampilla y mi nombre escrito a mano. el perfume de mi viejo... el mismo de siempre, el que anuncia su llegada. las fotos viejas de gente osada. la intimidad conquistada sin querer.

Eres lo que escribes...

Los libros siempre me intrigaron. En mi casa había muchos y la noche estaba para eso: para revisar la biblioteca, meterse en la cama y quedarse leyendo hasta altas horas -la del velador, la única luz encendida- para perderse en otros mundos, otras cabezas, otras vidas. Así como aprendí a leer, aprendí a disfrutar de esa atmósfera de madrugada, esa intimidad de libro abierto, de casa oscura y en silencio, de relojes que marcan la hora pero no saben nada de la duración del tiempo. Aprendí el placer de traicionarme con otra vuelta de página. Y aprendí que no es de los libros de lo que uno se enamora: es del acto de leer. Alguien sabio me dijo hace poco que "quien mucho lee, eventualmente se pregunta cómo se sentirá escribir... y escribe". Como no encontraba papel, empecé un blog.

Preguntas existenciales I

Me invita. Me pasa a buscar. Me compra flores. Me abre la puerta. Me ayuda a bajar. Me acerca la silla. Me saca el saco. Me lee la carta. Me pide el trago. Me cuenta de su casa, de su perro, de su trabajo, de sus amigos, de su pasado, de sus parientes, de su auto, de sus viajes, de sus recuerdos de la infancia, de lo que hizo el martes, de lo que hará mañana, de su tía la que está loca, de su amigo el que es de boca, de lo que no hizo el fin de semana, de sus próximas vacaciones, de su jefe, de su vieja, de su hermana, de su ex, de su perro otra vez. Paga la cuenta. Me lleva a mi casa. Me deja en la puerta. Me da un primer beso. Me dice que me llama. Se sube al auto. Se siente un winner. Se va a la casa. Se hace una paja. Se duerme en su cama. Yo subo la escalera, entro a mi casa, dejo la cartera, pongo las flores en agua, me lavo los dientes, me meto en la cama y no me duermo, desvelada, con la garganta seca de tanto no decir nada, una sola pregunta atravesada: - Y a mí... ¿para qué